
05 Sep JOSÉ VICENTE LEBRÓN, UN FARMACÉUTICO CON MUCHO QUE CONTAR
Hoy te contamos una historia muy especial de un residente que fue Técnico de Farmacia. Él se considera malagueño y ¡perchelero hasta la muerte!
No te pierdas su gran historia de vida:
José Vicente Lebrón
José terminó sus estudios en el instituto de La Victoria de Martiricos tan solo con 12 años de edad. En ese mismo momento escuchó que el farmacéutico de la ciudad, Don Luis Robledo García, necesitaba un aprendiz. Entonces su madre habló con él y comenzó a trabajar en la farmacia.
Al principio empezó como repartidor de medicina a domicilio, pero con el tiempo se hizo auxiliar mayor y comenzó a trabajar en el mostrador aprendiendo sobre los principios activos de los medicamentos. Rápidamente se adaptó al nuevo puesto, ya que antes no existían tantos compuestos y era más sencillo estudiarlos.
Más tarde, a los 18 años José realizó un examen y quedó número 1 de su promoción.
A los 20 años se alistó voluntariamente en el Tercio Gran capitán de Melilla, en la sección de Carros de Combate. El periodo de «mili» duró tres años.
Cuando finalizó la «mili» le comentó a Don Luis que tenía intención de casarse, pero él no estaba pasando por un buen momento en la farmacia y no podía pagar a nuestro residente. Por tanto, habló con Don Juan Villafranca, propietario de veinte farmacias. Don Juan le destinó a una de sus farmacias, ubicada en El Burgo, donde trabajó durante tres años.
José Vicente tuvo a su primer hijo, José Manuel, momento en el que lo trasladaron a Rincón de la Victoria por petición propia. Allí estuvo trabajando durante dos años y medio. Hasta que lo volvieron a destinar a Casabermeja y por último a Capuchinos, donde se jubiló.
Nuestro residente recuerda algo muy interesante de aquella época. En las farmacias se debía tener un autoclave (un aparato para esterilizar), un mortero, probetas y un fotoclorímetro, ya que se realizaban análisis clínicos. Medían glucosa, colesterol, triglicéridos, transaminasas y lípidos. Luego la Seguridad Social, estipuló que estas pruebas debían realizarse en un laboratorio, así que dejaron de hacerse en farmacia.
Como conclusión, José Vicente nos cuenta que a pesar de haber tenido una infancia difícil, puesto que su madre falleció cuando él tenía 17 años y tuvo que hacerse cargo de sus hermanos y de las tareas del hogar, se siente satisfecho y orgulloso de su experiencia profesional como Técnico de Farmacia.