
26 Jun Volvemos a compartir algunos grandes recuerdos…
¿Echabas de menos los ya conocidos recuerdos de nuestros residentes? ¡Volvemos a contarte algunos más!
Sin duda, conocer estas experiencias tan personales, reales y emotivas, nos hace muy felices. Puesto que, es la prueba fehaciente de que estamos logrando nuestro objetivo, que nuestros residentes se sientan como en casa.
Coge algo de picar y ponte cómodo, te invitamos a volver a vivir experiencias inolvidables:
Enrique Ruiz Serrano
Enrique se marchó a Venezuela en el año 1956 por motivos laborales, cuando tenía 27 años, dejando atrás su tierra y su familia. Estando en tierra extranjera, se casó por poderes con su esposa.
Comenzó a trabajar en una empresa de vendedor de artículos de escritorio, en la que Enrique se esforzaba cada día para poder traerse a algunos de sus familiares junto a él.
El primer vehículo que se compró fue una vespa, la cual le otorgaba autonomía para poder ir a trabajar diariamente. Actualmente la recuerda con ¡mucha ilusión!
Más tarde se instaló en Caracas, donde la soledad era su única compañía. Sin embargo, pronto empezó a conocer a otros españoles, con los que se reunía para celebrar todo tipo de eventos, los cuales se convirtieron en familia.
El recuerdo más preciado para él, es sin duda, cuando visitaba su lugar de esparcimiento favorito en Isla Margarita, Chichirivichi. Un pueblo pequeño con unas impresionantes playas y en el que se reunían diversas familias en épocas estivales, pasando unos momentos inolvidables.
Asimismo, Enrique experimentó momentos de miedo y terror, ya que vivió el terremoto del año 1967 en Caracas. Actualmente se alegra de la suerte que tuvo, puesto que salió indemne de la situación, pero afirma que fue una vivencia muy dura.
Finalmente, regresó a su querida España en el año 1996 reencontrándose, por fin, con su familia.
Patrocinio Martín
Patrocinio nos cuenta que el acontecimiento más importante de su edad adulta fue el día de su boda, cuando se casó con su gran amor Félix.
Durante esta etapa de su vida, se pasaba prácticamente el día entero realizando labores domésticas y yendo al campo a trabajar. Aún así, recuerda estos momentos con mucha felicidad.
Dice que el trabajo en el campo era muy duro, ya que todos los días se levantaba alrededor de las 5 de la mañana, y cuando volvía a casa, lo hacía para seguir trabajando en las tareas del hogar. Aún así, disfrutaba mucho de su trabajo y se sentía orgullosa de él.
A Patrocinio le gustaba mucho Zafarraya. Allí conoció a un chico (Félix), con el que se acabó casando, y pasando con él 49 años de su vida. Nos cuenta, que empezó a darse cuenta de que la relación con Felix era muy importante para ella, cuando pasaba más tiempo en Zafarraya que en su ciudad natal, Granada. Actualmente recuerda a su marido con mucha felicidad y nostalgia.
Además, recuerda como algo muy bonito cuando solucionaba problemas familiares que de vez en cuando tenía. Y con mucha ilusión las festividades, como los carnavales o la feria de Zafarraya, ya que en dichas fechas se libraba de trabajar en el campo.